El
raigrás anual es hoy en día el
recurso forrajero invernal
que se está imponiendo en la zona por la gran producción de pasto en cantidad y
calidad durante los meses más fríos del año.
El raigrás anual es una especie de gran producción pero muy
exigente en su manejo. La siembra es el primer paso para lograr la implantación
de un buen verdeo y debemos tener cuidado en la preparación del suelo, la
calidad de la semilla, la elección de la variedad y la fertilización, para
comenzar el pastoreo lo antes posible, el otoño es la época de siembra.
Decididos a sembrar raigrás la preparación del suelo es una
medida importante dado que cuanto más prolongado sea el barbecho mejor será la
implantación, permitiendo un mejor
control de malezas, mayor almacenaje de agua y descomposición de los restos
vegetales.
La labranza tradicional (rastra de discos y dientes)
incorpora el material vegetal al suelo (pastos y malezas), lo airea y permite
la descomposición de los restos vegetales, con lo cual tendremos una mayor
cantidad de nutrientes disponibles para las futuras plantas.
En suelos preparados con labranza tradicional la semilla
queda en mejores condiciones para la germinación, es más adecuado el contacto
semilla-suelo y la profundidad de siembra lograda, así obtendremos una
emergencia más rápida y uniforme.
A esto se suma una mayor disponibilidad de nutrientes
inicial (mineralización de restos vegetales), y en consecuencia se logra
anticipar el inicio de la utilización (corte o pastoreo), y obtener una mayor
producción total de forraje acumulado. En la implantación de una pastura tiene una gran importancia
la calidad de la semilla utilizada. Si sembramos semillas de mala calidad vamos
a tener problemas de implantación (emergencias tardías, falta de plantas,
malezas). Por eso recomendamos realizar análisis de calidad de semilla previos
a la siembra.
Es necesario tener en cuenta que el raigrás es una especie
muy exigente en fertilidad, y que nuestros suelos son ácidos y pobres en
fósforo, nitrógeno y materia orgánica. La fertilización con fósforo es
imprescindible, se recomienda agregar como mínimo 80 kg/ha de superfosfato o
fosfato diamónico a la siembra e incorporada al suelo. Si agregamos diamónico
es mejor, porque además del fósforo, estamos sumando algo de nitrógeno, que va
a ayudar a acelerar el desarrollo inicial de las plantitas. La mejor respuesta
a la fertilización con nitrógeno se logra fraccionando la aplicación para
permitir que el nutriente esté disponible para la planta y evitar que se pierda
(volatilización o lavado) echo más probable si se aplica todo junto.
Antes del primer pastoreo es inevitable que se den dos
condiciones: el anclaje y la cobertura inicial. Se logra un buen anclaje cuando
el animal al pastorear corta el pasto (come solo hojas), pues si arranca
completamente la planta se producirá un raleo. La cobertura será adecuada con
un 75 % del suelo cubierto, sino debemos esperar que la planta macolle y se
desarrolle un poco más, ya que los espacios libres que queden van a ser sitios
disponibles para que los ocupen las malezas. En general, debemos esperar
alrededor de 60 - 70 días desde la siembra para iniciar el pastoreo, pero esto
puede variar con el año (lluvias y temperatura) y con la fertilización.